Este poema lleva algunos años confinado en un borrador, no sé si ya está terminado, no sé si está a la mitad, no sé, incluso, si vale la pena.
Pero, en honor al síndrome de los jueves, lo publico.
Hambre inombrable.
Prescindo de las
llaves y los huertos,
prescindo de las
brújulas y los astrolabios,
mi nave sólo llega
a buen puerto
cuando desemboca
en el filo de tus labios.
Apriétame entre
tus piernas,
sáciame esta
hambre innombrable,
que mi lengua
explore tu caverna
y que no sirva
solo para que hable.